Las donaciones del recientemente fallecido Placido Arango

Hace unos días murió el empresario Plácido Arango a los 88 años de edad, uno de los mayores benefactores del museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Oviedo o el de Bilbao. Arango nació en Tampico, hijo de un emigrante asturiano el mismo año que en España se proclamaba la Segunda República. Plácido fundó en D. F, con sus hermanos Jerónimo y Manuel la cadena de supermercados Aurrerá que él se encargaría de traer a España donde llegó a tener 23 supermercados que absorbería Galerías Preciados.

Aquí en 1969 fundaría ese nuevo concepto de restaurante y tienda bajo un mismo techo al que llamó Vips. Su emporio hostelero creció al aglutinar otras marcas como Ginos, Tattaglia , Starbucks, Fridays o Wagamama. Hace menos de año y medio la empresa mexicana Zena Alsea, que en España gestiona cadenas de restaurantes como Fosters Hollywood, Domino’s Pizza o Burger King, llegó a un acuerdo para comprar el 95% del negocio del Grupo Vips llevando la calidad de este clásico madrileño, -¿quién no se ha comprado libros de arte o música en un Vips?- a niveles de comida basura. Nada queda de aquellos Vips delos años noventa donde cenábamos a horas intempestivas viendo libros de Taschen en oferta .

Plácido Arango ha sido también durante años uno de los pilares fundamentales de esa sociedad civil que facilitó la transición hacia la democracia con conocidas conexiones con el poder que le colocaban entre los íntimos del rey Juan Carlos o el ex presidente Felipe Gonzalez, el superministro Javier Solana, las Koplowitz o los Botín. Durante 17 años, tras separarse de su primera esposa, se relacionó con Cristina Macaya una de las anfitrionas más famosas de la isla de Mallorca donde construyeron la mítica finca Es Canyar, por la que han pasado personalidades como Michael Douglas, Felipe González, el matrimonio Obama, Jack NicholsonBill Clinton, Valentino o el escritor Carlos Fuentes.

Placido Arango y Cristina Iglesias

Desde 2007 mantenía una relación sentimental con la escultora Cristina Iglesias, hermana del compositor Alberto Iglesias y viuda del celebérrimo Juan Muñoz, a quien al parecer conoció con ocasión del encargo de las puertas de bronce que ésta creo para el Museo del Prado de cuyo patronato fue vocal desde 1986 y presidente del mismo desde 2007 a 2012.

Detalle de las puertas de Cristina Iglesias para el Museo del Prado

A él le correspondió inaugurar la ampliación, tanto del edifico del Claustro de los Jerónimos, el conocido como cubo de Moneo, como, un año después, del Centro de Estudios en el Casón del Buen Retiro. También, a él debemos que, en plena crisis económica, se decidiera la apertura del museo los siete días de la semana como sucede en la actualidad.

Arango fue además vocal del Metropolitan Museum de Nueva York, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1988-1991), del Patronato de la Biblioteca Nacional, de la Fundación Federico García Lorca, de la Tufos University de Boston, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y presidente de la Fundación Príncipe de Asturias de 1987 a 1996, bajo cuya presidencia se elevó la categoría de los premiados reconociendo la trayectoria de Antoni Tapies, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza o Roberto Matta entre otros. Poseía además  la Medalla de Oro a las Bellas Artes, el Premio Juan Lladó al Mecenazgo, la Medalla de Oro del Spanish Institute de New York, además de otras tantas condecoraciones. Personaje, pues, central donde los haya en la cultura española de las últimas décadas.

La prolongada y fructífera colaboración con el museo del Prado comenzó  en 1984 cuando medió para que el experto John Brealey dirigiese la restauración de Las meninas de Diego Velázquez, cosa que facilitó al ser patrono del Metropolitan donde Brealey trabajaba. Aquella restauración produjo, según palabras del ex director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, un cambio copernicano en la manera de trabajar la restauración de la pintura en España.

Marq. Sta Cruz 1 005

Fue además durante aquellos años un generoso patrono del museo pues fue el principal contribuyente para la adquisición del retrato de la Marquesa de Santa Cruz de Goya, aquel cuadro que Franco se llevó a Hendaya para regalárselo a Hitler por la esvástica de la lira y cuya exportación ilegal a principios de los años 80 causó un famoso conflicto casi diplomático. Además en aquellos años donó también al museo una primera edición completa de Los Caprichos de Goya.

Francisco de Goya. Capricho nº 42 Tú que no puedes

Donación Arango al Museo del Prado

Pero su generosidad con el Museo no se detuvo ahí. En 2015 realizó la donación al museo de 25 obras, de extraordinaria calidad como véreis, de su colección de arte antiguo español que cubrían además algunas lagunas de la institución al incorporar por primera vez ejemplos de destacados maestros inéditos hasta ese momento. En concreto cuatro de los artistas incluidos en la donación (Felipe Pablo de San Leocadio, Pedro de Campaña, Francisco Barrera y Francisco López Caro) no estaban representados  en el Museo.

Felipe Pablo de San Leocadio. Adoración de los pastores (1539)

Esta Adoración de los pastores de Felipe Pablo de San Leocadio  , un notable pintor valenciano de la primera mitad del siglo XVI. Se sabe que esta obra es parte principal de un retablo realizado para el velluter (sedero) valenciano Jacobo Perpinya. Su filiación valenciana se ve en la aparición de Dios Padre y el Espiritu Santo en relación con el dogma de la Trinidad, así como la aparición del San Juanito con un cordero.

Pedro de Campaña Cristo Camino del Calvario

Particularmente reseñable fue la incorporación de dos pinturas en óleo sobre tabla del flamenco afincado en España, Pedro de Campaña (Pieter van Kempeneer): Camino del Calvario (1547) (arriba) y el Descendimiento (abajo). Es este un autor importante por su decisiva contribución al desarrollo de la pintura española del renacimiento del que no había ninguna obra en el Museo.

El Camino del Calvario es un tondo que  se relaciona con el de la Resurrección de Campaña de la colección Várez-Fisa. Estas dos tablas fueron redescubiertas en 1980, procedentes ambas de una colección sevillana y su origen parecen ser un encargo privado de un retablo para una de las capillas de la iglesia del convento de Santa María de Gracia de Sevilla

Pedro de Campaña. El Descendimiento.

El Descendimiento es una obra más tardía, de 1570, un periodo en el que el artista adaptó sus creaciones anteriores a unos formatos menores (24cm x 20cm) y sustituyó la monumentalidad de las versiones realizadas por ejemplo para la catedral de Sevilla por unas composiciones mucho más pequeñas, más esenciales y contenidas, en las que dio protagonismo al paisaje.

Francisco Barrera. Febrero. Bodegón de invierno.

Tampoco estaba representado Francisco Barrera, especialista en bodegones que representaban las estaciones o los meses del año. Este pertenece a un conjunto de doce meses de los que solo se han identificado hasta el momento ocho, dispersos por el mundo.  Probablemente pertenecieron a la importante colección del marqués de Leganés, y permanecieron en posesión de sus herederos hasta al menos finales del siglo XIX. De los 12 tres (Mayo, Julio y Agosto) pertenecen hoy al Museo Nacional de Eslovaquia  en Bratislava. Otros cuatro se encuentran en colecciones privadas, y otros tantos –Enero, Marzo, Septiembre y Noviembre– siguen sin localizarse.

Este representa a Febrero como está escrito bajo el brasero que contiene una jícara con chocolate, una auténtica novedad en la época, con el servicio habitual para su consumo: tazas de loza en una bandeja metálica, una cuchara de plata y una colorida servilleta. Por la ventana puede verse unos personajes en un paisaje nevado correspondientes a la estación.

Francisco Lopez Caro-Pícaro de cocina Hacia 1620. Óleo sobre lienzo, 60,3 x 99 cm. No expuesto

Tampoco había en el museo ninguna obra de Francisco Lopez Caro. Es este cuadro un ejemplo muy interesante de la repercusión de las primeras obras de Velázquez entre los artistas sevillanos contemporáneos pues hasta algunos de los recipientes son parecidos a los que aparecen en los bodegones velazqueños, y la tipología del niño también es similar. Lamentablemente de los cinco cuadros que os he hablado hasta ahora sólo los dos de Pedro de Campaña está expuestos.

Tampoco esta expuesto este Bodegón con cesta de uvas y otras frutas de Alejandro de Loarte un clásico ejemplo del tipo de bodegón castellano establecido por Van der Hamen alrededor de 1620 e inspirado a su vez por los más tempranos y experimentales bodegones realizadas en Toledo, hacia el cambio de siglo, por Juan Sánchez Cotán .

Calvario de Luis Tristán

Sí esta expuesto sin embargo este maravilloso Calvario de uno de mis pintores favoritos de esta época, el toledano Luis Tristán. Aquí puede verse claramente la doble influencia que caracteriza su obra. De un lado los modelos y las composiciones del que fuera su maestro en la ciudad del Tajo, El Greco. Y por otro lado, la lección del tenebrismo caravaggista aprendida tras una estancia en Roma entre 1606 y 1612. La composición y el encuadre de las figuras que resaltan el carácter escultórico de Cristo, además de que el travesaño superior de la cruz esté prácticamente pegado al borde del lienzo, hacen pensar que se trate de un cuadro de altar, probablemente para el monasterio jerónimo de Santa María de La Sisla.

Maravilloso este otro Calvario del divino Luis de Morales, que por sus dimensiones forma un conjunto con La Resurrección -que os cuelgo a continuación y que también forma parte de la donación de Plácido Arango -y con otra Lamentación ante Cristo muerto del Museo de Salamanca que parecen pertenecer todas a algún retablo de tema cristológico con énfasis en los episodios de la Pasión.

La Resurrección de Luis de Morales

Son ambas obras extraordinarias de la mejor producción de Morales de los años sesenta. Fascinante la figura amanerada de ese San Juan vestido de rosa y esa Virgen dolorosa tan típica de Morales y muy llamativos también los fondos con esos paisajes nórdicos rematados de unos intensos cielos de color azul que se ajustan a la escena representada.

La Piedad de Corrado Giaquinto

Maravillosos, aunque tampoco expuestos, los tres Corrado Giaquinto que donó. Por un lado, la pareja de milagros de Moisés (que no os cuelgo aquí para no hacer interminable el post pero que podéis ver pinchando el link) , El milagro del agua [P8225] y La serpiente de bronce [P8226], al parecer bocetos para el ábside de la basílica de Santa Croce in Gerusalemme en Roma, para la que Giaquinto ejecutó también dos frescos de la bóveda. Y, por otro, esta Piedad que os pongo más arriba de alrededor de 1756, cuando Giaquinto ya trabajaba en la corte española.

Derivada sin duda de modelos de Miguel Ángel, es extraordinario el Cristo muerto y los detalles de los dos querubines: el de la parte superior que solloza sujetando la lanza de Longinos y la caña con la esponja empapada en vinagre y el de abajo que contempla la llaga de la mano que se dispone a besar con elegancia dieciochesca. Por el suelo otros instrumentos de la Pasión, como el martillo y los clavos, el plato del vinagre, la infamante leyenda de INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum) o la corona de espinas.

San Juan Bautista de Juan Valdés Leal

Obras maestras donde las haya las tres pinturas de santos que componen lo mejor de la donación Arango. Primero este San Juan Bautista del sevillano Juan de Valdés Leal de 1659 – 1660, en el que se nos presenta al santo joven en un marcado escorzo que le sirve a Valdés Leal para demostrar sus dotes de dibujante. Es muy llamativo también el diferente acabado de las diferentes zonas del lienzo según la proximidad al espectador, muy terminada la figura y apenas un esbozo la imagen de la predicación en el fondo.

San Francisco en oración de Zurbarán

Maravillosísima esta versión, una de las últimas de las muchas que pinto de su santo homónimo, Francisco de Zurbarán. Según la web del museo:

Este cuadro, que Odile Delenda ha calificado como el San Francisco “Hamlet”, muestra al santo meditando con una calavera en la mano izquierda mientras se lleva la mano derecha al pecho y alza los ojos al cielo

El sueño de san José de Francisco de Herrera el Mozo

Y este Sueño de San José que cualquiera que haya podido visitar el Museo difícilmente olvidará colgado junto a otra de los cuadros fundamentales de Francisco Herrera el Mozo, su Triunfo de san Hermenegildo, que tanta importancia tuvo sobre la pintura madrileña del último barroco. El pintor se había especializado en grandes composiciones, en las que uno o varios personajes se proyectaban en contraluz sobre rompimientos de gloria que llenaban de luz y color la superficie pictórica. Aquí vemos el sueño de San José, un tema muy del Barroco español dada la predilección de Santa Teresa por la figura del santo, mientras un ángel le señala el rompimiento de gloria donde aparece la paloma del Espíritu Santo y otros ángeles que llevan flores o un espejo, todos símbolos de la condición inmaculada de María. Junto a el un morral con instrumentos de carpintería como una azuela o un berbiquí.

Y me he dejado para el final la serie de Inmaculadas que componían la donación de Arango que el museo expuso conjuntamente, como podéis ver en la imagen superior, hace escasos tres años. En aquella ocasión, a  las cuatro Inmaculadas procedentes de la donación Arango de 2015 -dos de Zurbarán, una de Mateo Cerezo y otra de Valdés Leal– se sumó una más,  nueva incorporación a la donación inicial de Arango,  ésta de Herrera el Mozo con otra Inmaculada de Zurbarán que ingresó en el Museo del Prado en 1956. Son tan deliciosas que os las cuelgo a continuación

Inmaculada de Francisco de Zurbarán Hacia 1635. Óleo sobre lienzo, 101,2 x 77,3 cm. No expuesto

Os cito directamente la web de aquella exposición

La selección de estas obras, fechadas entre las décadas de 1630 y 1680, permite comprobar cómo la representación del tema de la Inmaculada Concepción osciló entre dos versiones: la que subraya la intimidad, el recogimiento y la concentración, y la que presenta fórmulas barrocas mediante composiciones dinámicas y coloristas… 

(Esta de Zurbarán) procedente de la donación Arango es expansiva y destaca por el amplio vuelo de su túnica.

Inmaculada niña (1656) de Zurbarán

La segunda Inmaculada de Zurbarán de la donación, fechada en 1656, representa a la Inmaculada como una niña sobre una reunión de angelotes cantores y constituye un puente con la rica tradición de representaciones concepcionistas sevillanas de la segunda mitad del siglo XVII

Inmaculada Concepción de Juan Valdés Leal. 1682. Óleo sobre lienzo, 206,5 x 144 cm

Aqui tenemos la Inmaculada de uno de los grandes representantes de la escuela sevillana, Juan Valdés Leal, que en esta obra, fechada en 1682, evita el dinamismo expansivo típico del barroco y logra una inmaculada introspectiva y delicada, rodeada por un elaborado contexto teológico.

La Inmaculada Concepción de Mateo Cerezo Hacia 1660. Óleo sobre lienzo, 211,5 x 147,5 cm. No expuesto

Muy diferentes las Inmaculadas del otro foco característico de su producción, Madrid, como ésta de Mateo Cerezo donde se hacen mucho más visibles el dinamismo y amplia gama cromática son características que contribuyeron a que la pintura madrileña avanzase en una dirección plenamente barroca

Inmaculada de Francisco de Herrera el Mozo

Finalizamos con esta Inmaculada de Francisco de Herrera el Mozo, que reune en si las dos tradiciones madrileña y sevillana., y que es una auténtica joya dado el escao catálogo de este pintor. Sorprende la quietud de esta versión de 1670 en la que la Virgen ocupa prácticamente todo el espacio pues hasta los angelotes de abajo le impiden levantar el vuelo.

Impresionante donación que él mismo agradecía en una entrevista de la época a Ars Magazine:

El afortunado con la donación soy yo. He conseguido reunir 25 piezas que al museo le interesaban, quizá porque cubren también ausencias de la colección. Lo único que pregunté es si las necesitaban y que las pusieran donde considerasen que deben estar

Donación Arango al Museo de Bellas Artes de Asturias

Pero no acabó aquí su donación. Como ya anunciaba en aquella entrevista esta donación era la primera fase parte de su gran legado a las instituciones españolas. La segunda fase, según confesó en aquella entrevista vendría más adelante, con una nueva donación al Museo de Bellas Artes de Asturias

Arango, de padre asturiano, mantenía una intensa relación con el principado . Su compromiso con Asturias fue grande y se expresó en muchos ámbitos. Ya hemos mencionado que fue presidente de la Fundación Príncipe de Asturias pero también formó parte de los patronatos de la Fundación Valdés- Salas, una entidad privada cuyo principal objetivo es llevar la Universidad a las zonas rurales de Asturias,  y del Museo de la Emigración- Archivo de indianos, de los que, por cierto, siempre se considero uno.

Luis de Morales Piedad

A este museo donó en 2017, 32 obras maestras de arte español, 29 en una primera donación con una ampliación de tres ese mismo año, cada una de ellas, una obra de altísima calidad de un artista distinto, salvo de Correa de Vivar, del que se aporta una pareja de tablas sobre la Pasión de Cristo.

Juan Correa del Vivar Camino al Calvario y Descendimiento

Juan Correa de Vivar es un pintor toledano, considerado uno de los maestros del Renacimiento español al que Miguel Zugaza llamó el Rafael español, y que es poco conocido en su tierra pese a que el Museo del Louvre compra sus cuadros.

Tabla del Nacimiento de la Virgen (tabla de Adanero)

La donación, en esta ocasión, cubre gran parte de la historia del arte español pues abarca desde el siglo XV a fines del siglo XX; un relato que se inicia con una Tabla del Nacimiento de la Virgen (tabla de Adanero), pintada por el círculo de Diego de la Cruz en torno al 1485 que es la obra más antigua.

hasta la obra de 1992 de Juan Muñoz titulada Balcón con dos figuras. Hay que señalar que la mayoría de las obras  fueron recuperadas en su día por Placido Arango para el patrimonio español. Algunas tablas permanecían en colecciones extranjeras y el empresario, como reconocido indiano, se esforzó en su repatriación.



Automne Basque 1886. Óleo sobre lienzo. 120 x 90 cm. Dario de Regoyos” donado al Museo de Bellas Artes de Asturias por D. Plácido Arango Arias, en enero de 2007

La donación de Plácido Arango Arias al Museo de Bellas Artes de Asturias estuvo dedicada a la memoria de sus padres: Jerónimo Arango Díaz y María Luisa Arias Fernández, de origen asturiano. Las 29 piezas cedidas de forma altruista se suman además a Automne Basque, de Darío de Regoyos, que el coleccionista ya regaló en 2007.

Retablo de la flagelación

Mención especial merece, por su magnitud, la inclusión en esta donación del apabullante Retablo de la Flagelación de Leonor de Velasco, del siglo XV (de entre 1486 y 1494), del entorno del Maestro de la Visitación y Maestro de Oña (fray Alonso de Zamora). Este retablo, compuesto por ocho óleos sobre tabla y con unas dimensiones extraordinarias de unos 5 metros de alto por casi cuatro de ancho, y eso sin contar el guardapolvo, el bancal ni la cretería, procede de la capilla del cementerio del monasterio de las Clarisas en Medina de Pomar (Burgos) y fue encargado por la madre abadesa, Leonor de Velasco

El infante P.Bustos de Lara deFrancisco de Zurbarán

Entre las obras donadas, voy a destacar algunas como este Infante P. Bustos de Lara de Francisco de Zurbarán, un retrato de tamaño natural, muy del estilo de otras series del pintor, que forma parte de una serie mayor que recoge a Almanzor y los Siete Infantes de Lara, que junto con el Cantar de mio Cid y el Poema de Fernán González, es uno de los más importantes cantares de gesta de la literatura castellana.

Juan van der Hamen Bodegón con cesta de frutas, alcachofas y flores de 1621

Un magnífico bodegón de uno de los grandes especialistas del género, el madrileño Juan Van der Hamen que proveía de este tipo de pinturas, a pesar de que el rey Felipe IV o el marqués de Leganés tenían obra suya, sobre todo a pequeños funcionarios de la corte, quienes pudieron encontrar en ella un buen remedo de los excelentes bodegones flamencos que atesoraban los grandes coleccionistas de la nobleza española.

San Agustín de Juan de Juanes

Este magnífico San Agustín de uno de los mejores pintores del renacimiento español y dominador absoluto del panorama valenciano a mediados del siglo XVI, Juan de Juanes, nombre por el que se conoce a Vicente Juan Maçip, sin cuya figura sería imposible entender la de sus seguidores, en especial Francisco Ribalta, a quien incluso le encomendaron copiar un destruido retablo.

Jerónimo Jacinto de Espinosa. Visión mística de San Bernardo de Claraval

Precisamente la muerte de Ribalta en 1628 convirtió a Jerónimo Jacinto de Espinosa desde muy joven en el nuevo dominador absoluto de la escena valenciana, donde preferentemente trabajó para numerosos conventos y órdenes religiosas. Su estilo se acerca a la obra de Zurbarán y, como en ésta, domina la verticalidad monumental de los religiosos, el minucioso reflejo de las telas y la intensidad y naturalismo de los rostros, como de iluminados.

Juan Pantoja de la Cruz. La Reina Margarita de Austria

También magnífico este retrato de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III y fundadora del Real Monasterio de la Encarnación, para enlazar con una entrada anterior. El retrato está atribuido a Juan Pantoja de la Cruz, discípulo de Alonso Sánchez Coello, del que heredó esa tradición de la representación regia que éste, a su vez, había aprendido de su maestro Antonio Moro. Él mismo tendría como discípulos a Bartolomé González y Rodrigo de Villandrando, del que se incluye también un retrato en esta donación, que continuarían con esta tradición hasta la irrupción del talento onmnívoro de Diego Velazquez que llevaría el retrato real por otros caminos hasta alcanzar cumbres como Las meninas.

Salomé bailando ante Herodes de Juan Valdés Leal

Importante también el cuadro Salomé bailando ante Herodes de la última época de Juan Valdés Leal. E importante porque al parecer es el único cuadro superviviente de una importante serie de siete lienzos grandes y tres sobrepuertas con sus marcos dorados de la vida de san Juan, contratados por el capitán Juan de la Bárcena. Se tiene esta noticia tan precisa del encargo gracias a que se conserva una carta de pago del 8 de mayo de 1676 por la importante suma de 772 pesos de plata de a ocho reales en oro.

«San Buenaventura o Virgen con el Niño y Santo o La aparición de la Virgen al Beato Simón de Rojas» hacia 1663-1665 Claudio Coello

Magnífico este cuadro de Claudio Coello de una aparición de la Virgen con duda de quién es el santo. Parece que la opción más probable por la iconografía sea el beato Simón de Rojas, cuya devoción a la Virgen María le llevó a fundar la Congregación de los Esclavos del Dulcísimo Nombre de María, en 1612, para el servicio de pobres y enfermos de Madrid, lo que explicaría la cesta de panes del rincón inferior izquierdo. Sin embargo el título alude también a una posible atribución a San Buenaventura, así que lo respeto, aunque no me cuadra pues era un santo franciscano. La autoría está fuera de toda duda, no sólo por la firma, sino por la calidad cromática tan característica del barroco madrileño. El cuadro es sin embargo anterior a su consagración con las pinturas para la iglesia del Convento de San Plácido, que si aún no conocéis os recomiendo visitar encarecidamente.

Una procesión en la catedral de Oviedo. de Genaro Pérez Villaamil. 1837

Muy oportuna también la donación de esta obra del paisajista romántico por excelencia Jenaro Pérez Villaamil. Representa una procesión el día del Corpus Christi ambientada en el Oviedo del siglo XVI. La Catedral es una recreación fantasiosa tanto en su tamaño, como en su aspecto o su entorno tan propia del gusto romántico por la exageración. Aún así la torre, quizás lo más fiel a la verdad, evoca uno de esos velones chorreantes de cera.

Buffalo, cantor de Montmartre, de Ignacio Zuloaga,

Con una sensibilidad que desborda ya el realismo decimonónico, este Buffalo, cantor de Montmartre, de Ignacio Zuloaga, representa a un fascinante personaje de la bohemia parisina que encaja perfectamente con una Echadora de cartas del mismo artista con la que convive en el museo o con los tipos marginales de otros pintores como la Gitana de Isidre Nonell

Cura de Aldea (1923) JoséGutierrez Solana

Muy cerca de la estética de Zuloaga también, este Cura de aldea de 1923 de José Gutierrez Solana, del que el Museo de Bellas Artes de Oviedo cuenta con otras tres obras más como una extraordinaria Corrida de toros en Sepúlveda

Antoni Tapies Ocre y Gris 1964

Y una buena representación de lo mejorcito del mejor arte español de la segunda mitad del siglo XX que incluye obras como la de más arriba de Antoni Tapies, Rafael Canogar, Manuel Millares, Pablo Palazuelo, Esteban Vicente, Equipo Crónica, Dario Villalba, Juan Muñoz o de su última compañera, Cristina Iglesias, alguna de las cuales os cuelgo a continuación.

Dario Villalba. La espera. Tríptico. 1979
Equipo Crónica El Bosque de las maravillas 1977
Pablo Palazuelo Campo de Campos I (antes lo llamábamos Composición) 1987.

Después de esta primera donación, Arango la amplió con las tablas La Virgen, el Niño y Santa Ana, quizás procedente del monasterio de Santa María de Sigena (Huesca); San Pedro entronizado con dos cardenales y San Miguel y Santa Engracia, ambas en origen en la parroquia de Marcén (Huesca).

En fin, una auténtica barbaridad. Ya sorprende que alguien pueda acumular tal cantidad de obras maestras, pero aún más que acabe donándolas a instituciones públicas y, aún más, con tan poco ruido. Es curioso que estos días cuando los medios de comunicación cubrían su muerte, se hacía poca referencia a este extraordinario papel de benefactor de los museos públicos.

Aunque fueron el Museo del Prado y el Museo de Bellas Artes de Oviedo los más favorecidos por las donaciones de arte español de Plácido Arango, no fueron los únicos. También realizó donaciones al Museo de Bellas Artes de Bilbao desde los años 90. Precisamente de su actual director, Miguel Zugaza, sea el más sentido obituario que he leido en la prensa, seducido por su fina inteligencia y por el torrente de afecto y generosidad que manaba de su comportamiento gentil.

Richard Serra. Bilbao. 1983

Pues acabamos ya con esta pieza de Richard Serra donada al Museo de Bellas Artes de Bilbao. Y digo donada y fue en realidad devuelta al museo pues fue creada in situ en una exposición de 1983, Correspondencias, 5 escultores y 5 arquitectos comisariada por Carmen Giménez y Juan Muñoz. Una mítica exposición que juntó en aquel Bilbao de los primeros ochenta a  Peter Eisenman, Frank O. Gehry con Eduardo Chillida, Mario Merz, Richard Serra, Joel Shapiro y Charles Simonds. Para aquella exposición, Richard Serra localizó los dos bloques de acero, de más de 9 y 7 toneladas de peso, que necesitaba para su obra en una siderurgia de Avilés (Asturias) y culminó el proceso de creación en el propio espacio del museo. La pieza se llamó Bilbao y gracias a la generosidad de Plácido Arango Bilbao permanecerá para siempre en Bilbao.

Sit tibi terra levis

1 comentario

  1. Cuando parecen extinguidos descubrimos un Admirable ciudadano, cuyo amor a las artes y coleccion quiso donar a las instituciones que mantienen su calidad y dignidad al margen de colores politicos. Y lo que mas llama la atecion ademas de la generosidad, es su discrecion para enterarnos de tanto a su muerte. Lastima no haberlo conocido

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