El interés por el cambio climático, por la naturaleza e incluso por el mundo animal, tanto por el deterioro de sus condiciones como por su conservación, es sin duda en estos últimos tiempos uno de los temas de interés primordial para la sociedad y la política de este nuevo milenio. Los lenguajes artísticos no podían quedar al margen de esta preocupación y, desde hace unas décadas, se han vuelto también hacia la naturaleza como uno de sus principales argumentos.
Resumirlo todo en la etiqueta Land Art sería cometer un error de carácter reduccionista y perpetrar una imperdonable simplificación de unas tendencias multipolares en las que las clasificaciones son siempre imprecisas y hay artistas, o incluso obras determinadas, que podrían incluirse en unas u otras tendencias, según los diversos matices particulares de cada obra en concreto. Dentro de este tipo de arte podríamos hablar desde el Land art propiamente dicho, que suelen ser obras de gran envergadura y que transforman por completo el paisaje como la famosa Spiral Jetty de Robert Smithson o el fantástico Lighting Field de Walter de Maria; o los Earthworks de Michael Heizer o Robert Smithson.
Pero también Hay obras hay que se acercan a la naturaleza desde un enfoque distinto dando lugar a lo que se podría llamar un Arte ecológico más centrado en los procesos vitales de animales o de plantas como los trabajos de Haacke, Peter Hutchinson, Bonnie Sherk o el maravilloso antecedente de la pieza Coyote de Joseph Beuys: o incluso un Arte ecologista más centrado en la política y en la denuncia de ciertas prácticas como la obra de Mel Chin, D. Mazeaud …etc
Pues bien, entre todas estas multiformes tendencias, hay una corriente, que voluntariamente no he citado entre las anteriores, de intervenciones artísticas en el paisaje, de carácter menos maximalista que aquello que hemos llamado Land Art . Se trataría de una tendencia que José María Parreño llama Naturaleza como arte ayudado. Se trata, en este caso, de pequeñas, o no tan pequeñas, intervenciones, hechas, sin embargo, casi siempre a escala humana y realizadas en entornos naturales, aprovechando sus ciclos estacionales y sus metamorfosis lumínicas y climáticas. Esta es una tendencia de las que artistas como Andy Goldsworthy Gary Rieveschl o Nils Udo han sido pioneros desde finales de los años setenta y que en las últimas décadas ha tenido un interesante recorrido. Para ilustrar esta última tendencia y como introducción a esta entrada quise colgar la semana pasada en este blog el documental Rivers and Tide s sobre A ndy Goldsworthy que podeis ver pinchando aqui . Entre estas formas artísticas de naturaleza como arte ayudado podríamos incluir la obra de Edith Meusnier cuya obra, he de reconocer que desconocía y a la que he podido acceder gracias a una feliz e imprevista interacción de la propia artista con este blog.
Esta larga introducción contextualizadora no tiene en absoluto la intención de atribuirle una etiqueta entomológica a la obra de Meusnier , sino más bien al contrario señalar las complejidades y las multifacéticas posibilidades que ofrece en la actualidad el arte en relación con la naturaleza.
Porque igualmente, podríamos haber enfocado el acercamiento a la obra de Edith Meusnier desde la órbita del arte textil como revalorización del trabajo de la mujer y la reivindicación subsecuente desde la órbita del feminismo. La práctica de tejer es una de las más antiguas de la tecnología humana e históricamente asociada a las tareas femeninas. Hablamos de prácticas que abarcan desde el punto o el ganchillo, a los bordados, los tapices, las artes de la fibra, el macramé, los encajes, el diseño de alfombras, de edredones…etc. Del ajuar en suma, como se llamaba hasta hace no mucho al conjunto de enseres que, aunque podían abarcar muebles o joyas, eran fundamentalmente un conjunto de textiles que aportaba una mujer al matrimonio y para el cual llevaba trabajando durante sus años púberes. Todas estas prácticas, como decimos, casi siempre asociadas al trabajo femenino, han tenido también un resurgimiento de cariz reivindicativo desde finales de los años 70 gracias al trabajo de artistas feministas tan cruciales como Judy Chicago o Miriam Schapiro que quisieron elevar esas técnicas tradicionalmente relegadas, aún por debajo de la artesanía, al mundo de las labores femeninas, las llamadas woman crafts al rango de bellas artes. Difícil no citar aquí aquella experiencia pionera que fue la Woman House en Los Angeles de los años 70.
Pero no hace falta ir tan atrás, en el siglo XXI y con lo que se ha venido a llamar la tercera oleada del feminismo se ha vuelto a alentar un nuevo movimiento conocido como el craftivism que con implicaciones que van más allá del feminismo, hacia las preocupaciones medioambientales y la crítica del capitalismo salvaje de las grandes compañías de moda ha vuelto a poner el foco de atención en lo que ya se denomina, con justicia, Fiber art , un movimiento con multitud de artistas seguidores, de recursos informáticos y educativos e incluso de ferias específicas como Fiberart International o el Festival World of Threads .
Germaine Greer , una de las grandes pensadoras feministas desde su publicación de La mujer eunuco, aboga además por una conexión entre la mujeres, la naturaleza y este tipo de labores (crafts). Argumenta que este tipo de labores deberían permanecer en el ámbito del hogar o aún del jardín porque es un arte vivo; o al menos buscar un lugar diferente, una caja de resonancia distinta de aquella que representa el estar expuesto en una galería o un museo porque éstos no son ya sino símbolos de la decadente y moribunda cultura patriarcal masculina.
Pues bien trenzando, como en su obra misma, toda esta serie de referencias que flotan en el imaginario artístico más reciente, hoy os quiero hablar de la obra de Edith Meusnier . Edith Meusnier, de la que apenas he conseguido datos vitales (pero cuya pagina web podeis visitar pinchando aquí) se graduó en ANAT (Escuela Nacional de Creación Industrial – París) en 1991. Después de participar en muchas exposiciones, Edith Meusnier dejó París para vivir en la Picardía, concretamente en Aumont-en-Halatte en 1996, una zona de bosques que forman parte del Fôret d’Halatte dentro del perímetro del Parque Natural Regional Oise-Pays de Francia un ex dominio de los Capetos , que ha servido durante mucho tiempo como reserva de caza real, hasta la Revolución en que se convirtió en Bosque nacional.
Si pudieras elegir cualquier lugar del mundo, le preguntan en una entrevista, ¿dónde te gustaría vivir?
Me siento absolutamente bendecida con el hecho de vivir en el lugar perfecto.Vivo en un pequeño pueblo en un claro del bosque no muy lejos de París en Francia. Por supuesto, tengo lugares para almacenar mi material, pero no necesito un estudio. Siempre que puedo, trabajo fuera, en mi jardín, en el bosque o en el lugar de la instalación. En el invierno, trabajo frente a la chimenea…Primero, ando mucho tiempo alrededor del lugar de la futura instalación. Observo diferentes elementos del paisaje, como árboles, ríos, colinas, edificios … Vuelvo en diferentes horas del día para tomar en cuenta el viento y las diferentes luces. Me encuentro con personas, hablamos sobre el entorno y comparamos nuestros puntos de vista … Elijo un sitio específico, tomo fotografías y luego pienso en colores, dimensiones y formas para hacer un módulo que repito en una nueva serie
Comienzo cada nuevo proyecto con una ubicación de sitio específica y un contexto cultural particular en mente. Es este marco inicial con sus restricciones y su misterio lo que me estimula. Elijo materiales, colores y formas dependiendo del terreno, el clima y la luz del lugar. Bosques, lagunas, ríos, espacios abiertos o cerrados, urbanos o rurales, cada propuesta tiene una respuesta diferente: móvil o estacionario, anclado o flotante.
Siempre me ha gustado jugar con telas, cuerdas, cintas e hilos de cualquier tipo. Me gusta la ligereza y la fluidez de las fibras. Me gusta manipular, transformar, distorsionar y fabricar textiles. Después de descubrir la riqueza de los textiles precolombinos, me apasionó estudiar las técnicas de trenzado, tejido y teñido. Posteriormente, estudié diseño textil y creación industrial, solo para promover la libertad y simplicidad del trenzado. Sin herramientas, puedo levantar enormes estructuras y siempre siento el placer de hacer bailar los colores directamente debajo de mis dedos, antes de desplegarlos en el paisaje
Utiliza una técnica de trenzado llamada Sprang que descubrió en los libros de Peter Collingwood, un artista británico de textiles cuya influencia es crucial( The Techniques of Sprang .1974. The Techniques of Tablet Weaving, 1982 , Textile and Weaving Structures, 1987 etc )
«Esta técnica de trenzado se remonta a la época del bronce y tiene la particularidad mágica de la repetición de un espejo. Juego con su elasticidad excepcional y sus diversas facetas (red, tejido, encaje).
Es bastante fácil encontrar el lugar perfecto cuando estoy en el bosque que conozco muy bien, porque camino casi todos los días. De lo contrario, cuando respondo a una invitación que me ofrece crear una instalación para un lugar específico, voy allí, antes de comenzar el proyecto. Tomo en cuenta muchos aspectos, hablo con la gente, tomo fotos y luego tomo decisiones. No es tan fácil cuando descubro un paisaje desconocido, especialmente en caso de mal tiempo; A veces, tengo que cambiar todo en el último momento.
Una de mis series favoritas es Impressions d’Halatte. Elegí los colores y los contrastes de acuerdo con los entornos de las estaciones y los he seleccionado cada vez para una instalación efímera. Los expuse en el Museo de Belgrado y se convirtieron en parte de mi paisaje interior Effervescence. En cada uno de las ocasiones, recibí ayuda amistosa de la gente y le doy mucha importancia a este cálido aspecto humano. A partir de entonces, cambio sus formas y sus marcos para construir nuevos proyectos, y esa es una gran parte de mi placer.
La exposición de Belgrado de 2016 parece haber sido un turning point para la artista.
Por primera vez en más de 20 años exhibí mi trabajo en interiores. El edificio erarealmente fantástico, con una carga pesada de la historia reciente y al que intenté darle una apariencia lúdica y alegre. Fue una experiencia muy emocionante que cambió mi relación con mi trabajo y desde entonces estoy lista para alternar entre instalaciones interiores y exteriores.
Mi trabajo es estacional. A menudo, trenzo en invierno, doy forma a mis redes en primavera, las instalo en el lugar en verano y las reciclo en otoño. La mayoría de las veces, voy y veo la ubicación antes de comenzar un nuevo proyecto, excepto en el caso de una residencia artística, que me obliga a acelerar el ritmo .
A veces trabajo unos seis meses y la instalación se completa en pocas horas con la ayuda de podadoras de árboles, otras veces busco a tientas y cambio de idea a menudo antes de encontrar la forma correcta de colgar o plantar mis estructuras.
Trabajo con detalles específicos de paisajes que han sido moldeados y transformados por el hombre a lo largo de los siglos y me interesa mucho esta historia.
Suele trabajar utilizando cinta de envolver regalos. «La cinta de regalo es muy ligera, resistente, económica y viene en una infinita cantidad de colores. Juego con la idea del regalo y la celebración festiva, pero también con el aspecto ridículo de los productos baratos y de mala calidad que son indicativos de una sociedad que le da más importancia al embalaje que al contenido. Además estas cintas suelen ser reciclables.
Entre sus muchas influencias ella cita la Bauhaus , Joseph Calder , o Christo y Jeanne Claude , Issey Miyake o «Les Penetrables» del venezolano Jesús Rafael Soto .
Creo que todo mi enfoque fue influenciado por primera vez por la Escuela Bauhaus fundada en 1919, en Weimar, Alemania, por el arquitecto Walter Gropius. Fue un gran laboratorio experimental basado en la complementariedad entre arquitectura, diseño, arte y artesanía, combinando investigación y enseñanza. El mágico mundo aéreo de Calder, escultor estadounidense, siempre me ha hecho soñar. Sus móviles reflejan simplicidad mientras que al mismo tiempo están llenos de vida. Hay poesía, humor y deserción en su trabajo. Soy muy sensible al enfoque de Christo y Jeanne Claude, artistas estadounidenses famosos de In Situ Ar t. Al envolver un monumento histórico o al enfatizar un paisaje pintoresco con enormes telas, en muy poco tiempo pueden dar una identidad diferente al sitio elegido. Vi el Pont Neuf transfigurado en París en 1985, pero estoy particularmente fascinada con las «Islas Rodeadas», realizadas en 1983 cerca de Miami, por su sorprendente y paradójica belleza, especialmente porque estas islas se utilizaban como basureros.
¿Qué papel crees que juega el arte en fibra en el arte contemporáneo?
En el contexto actual, donde el arte contemporáneo se caracteriza por una combinación de técnicas y materiales, el arte textil tiene la capacidad de colarse en el mundo de la escultura, la arquitectura, pero también la danza, la performance y el arte callejero. Me parece divertido y revelador, las prácticas pacíficas, subversivas y humorísticas de «bombardeo de hilados» ( yarn bombing ) o «graffiti tejidos»( knit graffiti ). En todo el mundo, se crean grupos anónimos para cuestionar la vida urbana, reparar sus fallas o denunciar el totalitarismo de la videovigilancia.
Pingback: Janet Echelman en la Plaza Mayor – Raras Artes