Nancy Fouts, una Meret Oppenheim de nuestros días
Empiezo, casi, por pedir disculpas por una comparación tan alta, pues Meret Oppenheim es una de mis artistas favoritas, pero no se me ocurre otra comparación para dar una rápida y somera idea del mundo artístico de Nancy Fouts . En realidad, seguramente, el tipo de obras que realiza Nancy Fouts habría agradado sin dudarlo a los maestros fundadores del surrealismo e incluso no costaría ningún esfuerzo contemplarlas como obras de los años 20 o 30 del siglo pasado porque tienen, a mi entender, la suficiente calidad como para poder pensarlo así.
Su mecanismo generador de significados podría ajustarse fácilmente a aquella frase del poeta francouruguayo Isidore Lucien Ducasse , conocido como el Conde de Lautréamont : El encuentro fortuito de una m á quina de coser y un paraguas en una mesa de disecci ó n que tan bien sirvió para describir cómo la yuxtaposición de objetos en principio extraños entre sí en un plano a su vez ajeno a los mismos puede provocar las más felices y sugestivas explosiones poéticas de sentido. Ese y no otro es también el mecanismo de funcionamiento del collage.
Ahora, cuando en estos días se clausura la extraordinaria exposición del Museo Picasso de Malaga sobre mujeres surrealistas con el título Somos plenamente libres: Las mujeres artistas y el surrealismo, quiero rendir un homenaje a este grupo extraordinario de mujeres (que además de Meret Oppenheim, incluye -y no me quiero dejar ninguna porque cualquiera de ellas es merecedora de un post de este blog- a Eileen Agar, Claude Cahun, Leonora Carrington, Germaine Dulac, Leonor Fini, Valentine Hugo, Frida Kahlo, Dora Maar, Maruja Mallo, Lee Miller, Nadja, Kay Sage, Ángeles Santos, Dorothea Tanning, Toyen, Remedios Varo y Unica Zürn). Por todo ello y como rendido tributo a estas gigantas creadoras quiero hoy dedicarle una entrada a la obra de esta artista extravagante e insólita que es Nancy Fouts .
Nancy Fouts no es ni mucho menos una artista advenediza ni arribista. Aunque nacida en los Estados Unidos, es, sin embargo, por elección y adopción una artista británica ya sexagenaria que vive en una antigua y bien conservada vicaría del barrio londinense de Camden, repleta, hasta rayar casi en el síndrome de Diógenes, de estrafalarios artefactos.
Y aunque por edad y recorrido, uno se viera tentado de enmarcarla en otra época, lo cierto es que sus recientes exposiciones la enmarcan como una de las artista emergentes más interesantes del panorama británico asociándola con artistas de generaciones mucho más jóvenes como Damien Hirst o Sarah Lucas , al mismo tiempo que el enigmático Bansky se convierte en uno de sus más firmes valedores. En cierto sentido, esta revalorización tardía recuerda, salvando las distancias, al caso de otra artista extraordinaria como es Louise Bourgoise .
No sé hasta qué punto es fiable la información que de ella figura por la red, su propia página web es muy parca en noticias biográficas, pero parece que estudió en Londres en el Chelsea College of Art and Design y luego, a pesar de sus estudios de arte, se convirtió, como ella misma afirma, en esposa y madre, y se dedicó fundamentalmente a una carrera de modelo a la vez que cofundó un estudio de diseño, el Shirt Sleeve Studio , del que se sabe que trabajó en la publicidad de la Tate Gallery de Londres y que también realizó portadas de discos para bandas como Jethro Tull (por ejemplo «Songs from the Wood») y Steeleye Span (por ejemplo «Commoner’s Crowd»), entre otros . También dirigió una galeria artística Fouts and Fowler en los años setenta. Sólo a principios de este siglo, comenzaría una carrera de artista a tiempo completo en su estudio de Mornington Crescent, donde pasa los días navegando por eBay en busca de su insólitos y extravagantes materiales, particularmente taxidermias animales y fruslerías victorianas.
Pero ¿de dónde le viene ese amor por el Surrealismo? Ella explica que todo comienza con la idea reveladora de la combinación de una herencia entre las tradiciones surrealistas de Oppenheim y las conceptualistas de las Boîte en valise de Marcel Duchamp dentro del arte contemporáneo, aunque la artista cita a vanguardistas como Marcel Marien y René Magritte como sus influencias tempranas.
Pero más allá de todas estas referencias artísticas, ella confiesa, en una reciente entrevista con un medio mexicano, que el surrealismo formó parte, sin darle tal nombre, de su formación personal desde niña a través de los ojos de su padre:
Hoy me doy cuenta que siempre fui ese tipo de artista. Mi padre y yo solíamos ir a la playa a buscar rocas y trozos de madera que asemejaran rostros, animales u otras figuras. Esa fue mi primer bagaje y la primera experiencia que me entrenó en buscar “hallazgos»…Mi padre era un hurgador de playa. Solía encontrar madera arrastrada por las corrientes y decir ‘¿Mira, ves estos caballos a la carga?’. De este modo podía encontrar en la playa cosas como la cabeza de un indio. De ahí viene esta especie de obsesión por buscar cosas. De ahí y de su manera de hablar. Él decía: ‘Las piernas de ese chico son cortas, pero aún así le llegan hasta el suelo.»
Descrita por el escritor Les Coleman como una «bromista del arte», sus piezas juegan con significados a veces atávicos, otras de iconografía religiosa o de referencias a la naturaleza y al mundo animal, utilizando siempre un irreverente y provocador sentido del humor bastante negro, como le habría gustado a André Breton .
Muy reveladores de su mundo son los videos que podéis ver en su propia página web pinchando aquí , particualrmente el del colectivo artístico londinense Black Rat Projects , que entra en la propia vivienda de la artista y que os cuelgo a continuación.