Peter Hujar, un extraordinario fotógrafo del underground neoyorkino de los 70-80
Continuando con mi anterior entrada dedicada a el mundo de los muelles sobre el Hudson en el New York de los 70 , hoy quiero dedicarle una entrada especÃfica a ese fotógrafo tan extraordinario y tan complejo que fue Peter Hujar , probablemente uno de los mejores fotógrafos del siglo XX, cuya obra es casi un quién-es-quién del mundo underground de la época.
He de confesar que me ha sido enormemente difÃcil realizar esta selección porque la calidad de sus fotografÃas y el peso especÃfico de sus modelos es tan apabullante que me ha sido incluso doloroso dejar de lado muchas de sus fotografÃas. Pero me gustarÃa empezar, no obstante, por recomendar vivamente que visitéis el archivo de su obra que podéis ver en el siguiente enlace y que pasó por varias manos hasta que en 2013 The Morgan Library & Museum de Nueva York lo adquirió.
Y no solo eso, sino que investiguéis, si queréis y tenéis tiempo, las singularidades de los personajes retratados, todo un universo de seres excepcionales , algunos muy conocidos, otros no tanto, pero todos interesantÃsimos sobre los que profundizar, personajes que son el fiel reflejo de ese incontenible aliento de libertad que tenÃa la ciudad de Nueva York justo antes de la crisis del SIDA. Peter Hujar no fotografiaba a cualquiera. Me interesan sólo las personas que se atreven , dijo en alguna ocasión.
Es llamativo, al menos para mÃ, que un fotógrafo con una calidad tan extraordinaria no sea más conocido, al nivel de otros fotógrafos como Mapplethorpe o Nan Goldin , ambos conocidos suyos por cierto. Pero es que Peter Hujar siempre estuvo rodeado de un cierto malditismo y de un legendario mal carácter.
Peter Hujar detestaba desde lo más profundo de su alma esa mirada artÃstica nacarada y lujosa del estilo más comercial de Mapplethorpe que hizo de él una estrella, e incluso tuvo que mirar hacia otro lado cuando su amiga Nan Goldin triunfaba con su Ballad of the sexual dependency , a pesar de lo descarnado e inconformista de su retrato de su propia miseria. El se consideraba incorruptible.
Tuvo enfrentamientos con la mayorÃa de galeristas y editores de revistas de la ciudad y, no sólo con ellos, sino también con prácticamente la mayorÃa, sino con todos, los que formaban parte de su amplio y variado cÃrculo de amigos, por su tendencia a manifestar violentos estallidos de cólera. ¿Quién no conoce algún amigo semejante? Según cuenta Stephen Koch , un amigo Ãntimo y posteriormente su albacea:
Peter era probablemente la persona más solitaria que conocido nunca. VivÃa aislado, aunque estaba rodeado de gente.Â
El mismo Stephen Koch afirmó en otra entrevista de 2013:
«Una de las claves de su personalidad, supe después, era que cualquiera que hubiera sido un niño acusado estaba automáticamente la lista A de Peter»
Y es que la infancia de Peter fue una infancia difÃcil. Nunca conoció a su padre, que abandonó a su madre, una camarera, antes incluso de que Peter viniese al mundo en 1934 , en Trenton, NJ. Ella le dejó con sus padres polacos de habla ucraniana en una granja de Ewing Township, Nueva Jersey, donde sólo habló ucraniano hasta que entró en la escuela, lo que, además de su homosexualidad, siempre le marginó entre sus compañeros.
Cuando murió su abuela a los once años, su madre, Rose se lo llevó a vivir con ella y su nuevo marido en un apartamento de una habitación en Manhattan. Ambos eran alcohólicos y sufrió abusos hasta que después de que Rose le tirase una botella a la cabeza, Peter, que tan solo tenÃa entonces 16 años, se independizó, al principio durmiendo en el sofá de una profesora de inglés que fue su primera mentora en la Escuela de Artes Industriales, la poeta, editora y traductora Daisy Aldan , una lesbiana de espÃritu libre quien le animó a convertirse en fotógrafo.
Aldan le aconsejó que buscara empleos, aunque fuese de simple asistente, con fotógrafos profesionales en Manhattan. Esto marcó su curso durante los siguientes quince años, ya que trabajó para artistas desconocidos mientras encontraba su propio camino y mientras llevaba una intensa vida social y sexual propia de un auténtico Adonis como era. Warhol lo incluyó en sus series Screen Tests y The Thirteen Most Beautiful Boys.
Estuvo emparejado por un tiempo con el artista Joseph Raffael  , Hujar lo acompañó en una beca Fulbright a Italia, donde tomó muchas fotos con el artista y donde exploró y fotografió las catacumbas de Palermo
Con Joe Raffael, hizo también un viaje a Miami para encontrarse con Paul Thek y Peter Harvey en Florida en 1956. Harvey estaba trabajando cuando los otros tres decidieron visitar la finca Deering , Villa Vizcaya, en el condado Dade de Miami.
Paul Thek, un artista tan interesante al que quizás dedique un dÃa una entrada, acabarÃa por convertirse en su nuevo amante y una de las personas más importantes en la vida de Peter.
Ambos siguieron siendo amigos toda la vida y ambos morirÃan de la misma enfermedad.
Fue estando con Paul, cuando Peter acudió a un seminario de fotografÃa con con Richard Avedon y Marvin Israel que le cambió su perspectiva de la fotografÃa y le abrió las puertas para trabajar en Harper’s Bazaar  , GQ  y otras publicaciones.
En 1969, hizo su único trabajo polÃtico, para el Frente de Liberación Gay : una puesta en escena teatralizada de manifestantes homosexuales. Esta experiencia por encargó le produjo auténtica repulsión y a partir de entonces comenzó a rechazar cualquier encargo buscando lo que pretendÃa ser una carrera independiente.
Pero sin una historia o una marca de estilo que no pudiera transmitirse en una frase, no puedes ser famoso en Estados Unidos. Warhol lo sabÃa muy bien. A partir de entonces Peter trabajó sólo en lo que le interesaba que en sus archivos ( http://peterhujararchive.com/ ) dividen tan solo en unos pocos temas. Los retratos de sus personas especiales, sobre los que volveré después, y en los que se aproxima un poco a Diane Arbus a quien admiraba;
fotos de paisajes urbanos y de ruinas , que siempre le fascinaron
maravillosas fotos de animales , en realidad, retratos en toda regla
Fotos relacionadas con su ecosistema homosexual, desde fotos de los piers, de sus amantes o de drag queens , en mi opinión, tan buenas si no mejores que las de Mapplethorpe, o al menos, menos impostadas
Fotos de circo y de las catacumbas
De hecho en su vida, Hujar, que revelaba a mano siguiendo un meticuloso proceso que da esa extraordinaria calidad a sus fotografÃas, tuvo pocas exposiciones individuales de importancia, atrayendo poco la atención de los medios de prensa, y solo un libro, » Retratos en la vida y la muerte  » (1976), que yuxtaponÃa imprudentemente dos series espléndidas: los retratos de personas de su cÃrculo, la mitad recostadas como divas y tomas de cadáveres antiguos en las catacumbas de Palermo. «¿Por qué no? Asà es la vida «, decÃa. El libro salió con el prólogo de una de sus grandes amigas, Susan Sontag , a la que hizo un retrato memorable.
Hujar le enseñó a Susan Sontag las fotografÃas que habÃa tomado en las catacumbas de Palermo, que le impresionaron tanto que se convirtieron en el paisaje de la última escena de su segunda novela, Death Kit. La introducción de Sontag examina cómo la fotografÃa media la relación entre la vida y la muerte.
Las fotografÃas convierten el presente en pasado, convierten la contingencia en destino. Cualquiera que sea su grado de «realismo», todas las fotografÃas representan una relación «romántica» con la realidad.
Estoy pensando en cómo el poeta Novalis definió el romanticismo: hacer que lo familiar parezca extraño, lo maravilloso parezca un lugar común. La extraña reproducción mecánica de personas y eventos de la cámara realiza una especie de magia, creando y des-creando lo que se fotografÃa. Tomar fotos es, simultáneamente, conferir valor y hacer banal.
Pero la notoriedad de Hujar estuvo, está y siempre estará asociada con sus retratos de la bohemia neoyorkina de entre finales de los años sesenta y la aparición del SIDA.  Alto y apuesto, etéreo y amenazador, épicamente promiscuo y eternamente sin blanca, tenÃa una auténtica constelación de amigos cercanos, entre los más peculiar de la ciudad.
Los modelos de sus retratos, hombres, mujeres y muy a menudo ambiguos, iban y venÃan de su loft de alquiler barato encima del Eden Theatre entre la 12th Street y 2nd Avenue que heredó de su buen@ amig@ Jackie Curtis, una de las Superstar de la Factory de Warhol, loft por cierto que después heredarÃa a su vez de Peter, David Wojnarowicz.
La tragedia del SIDA hizo que muchos de sus amigos murieran en poco tiempo.Entre 1982 y 1994, el director de Ridiculous Theatrical Company Charles Ludlam , el nuevo cantante de moda Klaus Nomi, el intérprete y dramaturgo Ethyl Eichelberger , el cineasta underground Jack Smith , el fundador de Cockettes, Hibiscus , el pintor David Wojnarowicz , el activista gay Vito Russo , el cantante de cabaret John Sex , la actriz de culto Cookie Muelle r y el propio Hujar murieron de enfermedades relacionadas con el sida, junto con miles de personas más. Cada muerto acababa por convertirse nada más que en un muerto entre miles de muertos, una pérdida entre miles de pérdidas. No eran simples individuos; era toda una comunidad la que desaparecÃa. Peter quiso guardar memoria con sus fotografÃas de aquella debacle generacional.
En la introducción que escribió Susan Sontag a su libro decÃa:
Las fotografÃas instigan, confirman, sellan leyendas. Visto a través de fotografÃas, las personas se convierten en Ãconos de sà mismos. La fotografÃa convierte al mundo en una tienda departamental o un museo sin paredes en el que cada sujeto se deprecia en un artÃculo de consumo, promovido a un artÃculo para la apreciación estética.
La fotografÃa también convierte al mundo entero en un cementerio. Los fotógrafos, conocedores de la belleza, también son, consciente o inconscientemente, los ángeles grabadores de la muerte. La fotografÃa como fotografÃa muestra la muerte. Más que eso, muestra el atractivo sexual de la muerte.
Quizás de esa época es su imagen más memorable y reconocida: la serie de fotografÃas que tomó de la artista transgénero y una de las superstar de la Factory de Andy Warhol, Candy Darling , hecha en 1973, en la cama del hospital donde se estaba muriendo de un linfoma. Un fondo negro como un tizón hace destacar aún más la blancura de las sábanas y las flores, iluminadas por un sencillo fluorescente.
Candy escogió cada detalle para evitar la imagen del duelo. Maquillada y vestida para la ocasión, los crisantemos blancos, incluida una rosa colocada descuidadamente junto a ella como una pequeña compañera, dan una frágil elegancia. Años después otro ser excepcional como Antony Hegarty  escogerÃa la imagen como portada de su disco I am a bird now . Hujar escribió acerca de la sesión que Darling estaba «interpretando todas las escenas de la muerte de cada pelÃcula».
Pero Hujar no sólo se relacionó con la escena underground homosexual. Sus contactos con artistas de todo género, poetas, músicos, coreógrafos, cineastas, drag queens hablan alto y claro de la amplitud de sus miras.
Peter encarnó el sueño bohemio de convertirse en una leyenda en lugar de ser algo que detestaba, un artista burgués por muy rico y famoso que pudiera llegar a ser. Pero al mismo tiempo ansiaba que se reconociera su arte a la vez que desdeñaba cualquier intento de comercialización con un orgullo recalcitrante. Su amiga, la escritora Fran Lebowitz , comentó en su funeral: « Peter Hujar ha dejado colgados a todos los marchantes de fotografÃa importantes del mundo occidental. «
Casi todos sus retratos los tomaba en su concurrida casa en largas y muy intimas sesiones con sus modelos, casi todos amigos personales. La experiencia de la alienación extrema y una emotividad muy privada es lo que Hujar parece haber compartido con sus retratados. Hujar fotografiaba en su intimidad a la gente que amaba o admiraba.
Se trata siempre de personajes que un artÃculo en The Guardian calificaba de Outsiders , artistas prácticamente todos ellos a distintos niveles, que bien merecen, como os decÃa al principio, investigar, como yo he hecho, aquellos que no conozcáis, pues son todos seres excepcionales. Peter Hujar tenÃa un extraordinario criterio con sus elecciones.
Muy interesantes también son las fotografÃas a sus ocasionales amantes, en distintos grados de excitación, fotografÃas que inspirarÃan a Mapplethorpe, pero que en Peter Hugar tienen, como en toda su obra, un mayor hálito de verdad sin impostar.
A pesar de su talento Peter vivió siempre al lÃmite de la indigencia y de la miseria, en su loft de la Segunda Avenida, encima de donde hoy se encuentra el cine Village Eas t. A pesar de su capacidad para establecer intimidad con mucha gente y de sus dotes excepcionales tanto para escuchar como para hablar, además de su promiscuo genio para ligar todos los dÃas, Peter, a decir de los que le conocieron, estaba profundamente aislado, separado de quienes lo rodeaban. Según contaba Stephen Koch , un amigo Ãntimo y posteriormente el albacea de su obra : Peter era probablemente la persona más solitaria que haya conocido nunca . HabÃa a su alrededor un cÃrculo que nadie cruzaba.
Si alguien intentó entrar en ese cÃrculo fue David Wojnarowicz. Peter fue una de las personas más importantes en la vida de David y viceversa: primero, fueron amantes, y luego los mejores amigos, padre y hermano putativo, compañeros del alma, mentores y recÃprocas musas.
Se conocieron en un bar de la segunda venida en el invierno de 1980. Su relación sexual fue breve, pero nunca perdieron la intensidad de su conexión, a pesar de que Peter le sacaba casi 20 años.
Como Peter, David habÃa tenido una infancia violenta y, como él, acumulaba un arsenal de rabia y amargura. Peter fue fundamental en la carrera de David Wojnarowicz para el que la casa de Peter, que acabarÃa heredando, era su lugar de refugio.
Otra de las facetas más interesantes de la obra de Peter que ya ha asomado aquà fue su retrato de las drag queens que le fascinaban. Pocos como él han sabido retratar ese mundo.
Particularmente interesante fueron las fotos que tomó del paso del grupo de vanguardia psicodélica de San Francisco por Nueva York, las Cockettes , a pesar de su sonoro fracaso .
Peter Hujar morirrÃa el dia de Acción de Gracias de 1987, a los 53 años, tan solo nueve meses después de recibir el diagnóstico del sida. Él que habÃa acompañado a tantos amigos en el trance, estuvo acompañado, entre otros, por su inseparable David Wojnarowicz.
Cuando todos salieron de la habitación, David cerró la puerta, cogió su cámara de super 8 y firmó el cuerpo consumido de Peter. En una cama de hospital, con una bata de lunares. Concluida la toma del cuerpo entero, cogió la cámara de fotos e hizo 23 imágenes del cuerpo, los pies y la cara de Peter, “de aquella mano preciosa, con una gasa en la muñeca para sujetar la aguja clavada en la vena, una mano del color del mármolâ€.
Bueno y nada más. Sólo que no dejéis de ver The Peter Hujar Archive (http://peterhujararchive.com/) y que no dejéis de reividicar la obra de uno de los mejores fotógrafos del siglo XX. Quiero acabar con una cita de Susan SontagÂ
Ya no estudiamos el arte de morir, una disciplina e higiene regulares en las culturas más antiguas; pero todas las miradas, en reposo, contienen ese conocimiento. El cuerpo lo sabe. Y la cámara lo muestra, inexorablemente … Peter Hujar sabe que los retratos en la vida son siempre, también, retratos en la muerte. Me conmueve la pureza y delicadeza de sus intenciones. Si un ser humano libre puede darse el lujo de pensar en nada menos que la muerte, entonces estos memento mori  pueden exorcizar la morbosidad tan efectivamente como evocan su dulce poesÃa y su pánico.
Pingback: El Rimbaud de David Wojnarowicz – Raras Artes
Pingback: Greer Lankton y sus muñecas enigmáticas – Raras Artes
Hola hacia mucho tiempo necesitaba esta informacion 🙠al fin voy a poder terminar el trabajo del semestre muchas gracias T.T