Toru Kamei, un pintor de Vanitas en el siglo XXI

Toru Kamei, un pintor de Vanitas en el siglo XXI

Que el arte y la moda siempre han estado relacionados es cosa bien sabida. Si no que se lo digan a Salvador Dalí que fue blanco de todas las críticas del grupo surrealista, hasta el punto de que Bretón le llamó Avida Dollars, acrónimo de su nombre, entre otras cosas por su colaboración con la diseñadora Elsa Schiaparelli. Quizás el más icónico sería su sombreo zapato que aquí vemos llevándolo a la mismísma Gala.

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Pero ya el primer «rey de la moda», el famosísmo Paul Poiret, se había inspirado del exotismo de los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev , y como muestra os pongo este fantástico retrato de la extraordinaria Peggy Guggenheim, pocas veces tan guapa como aquí.

Peggy Guggenhein vestida de Paul Poiret

También es hiperconocido el trabajo de Yves Saint Laurent creando colecciones de alta costura en homenaje a pintores como Piet Mondrian y Georges Braque.

o en nuestro país el homenaje de Agata Ruiz de la Prada a Salvador Dalí

Y podría seguir y seguir. No es nada nuevo en realidad. Pero sí parece que el año pasado hubo un retorno de esta tendencia entre las pasarelas de moda fundamentalmente parisinas. Las colecciones de Primavera 2017  estuvieron plagadas de referencias y contagios. Algunas de ellas fueron colaboraciones: el artista Francis Upritchard proporcionó los diseños para los parches enjoyados de Peter Pilotto , y los artistas de graffiti franceses Pisco Logik y Vincent Dacquin etiquetaron piezas en Faith Connexion. Hace poco os hablé de la colaboración de Oukuda San Miguel con la joyería Suárezdurante ArtMadrid. Otras casas comoValetino han optado por referencias más clásicas como El Bosco, Henri Matisse o Hans Arp

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O las Antropometrias de Yves Klein en Celine

Céline Spring 2017 | Anthropométrie de l’époque bleue (ANT 82) by Yves Klein, 1960

Tanto es así que ya hay incluso espacio para la ironía en Viktor Rolf

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Bueno pues entre todas ellas no podía faltar Christian Dior.

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Pero ¿qué artista se esconde detrás de esos estampados de Dior? La respuesta es el japonés Tore Kamei. Desde que asumió el cargo en 2007, el Director artístico hasta hace poco de Dior Homme, Kris Van Assche, le ha gustado jugar con referencias artísticas. El verano de 2017 no fue la excepción, presentando a la legendaria estrella del pop de los 80, Boy George, en imágenes de campaña, vestido con una estética oscura. Una inspección más cercana de las insignias que adornaban su traje, camisa y sombrero era particularmente interesante, porque sirvió para el exitazo que desde entonces acompaña a Toru Kamei.

Toru Kamei nació en Tokyo en 1976. Se graduó del Nihon University College of Art y ha expuesto en la Bienal de  Fukushima  (2008) o la Busan Biennale (2010). Para entender el trabajo de Kamei, es importante entender que es un pintor de Vanitas, un tema artístico clásico que fue popular en los siglos XVI y XVII. Nombrado a partir de la palabra latina para «vacío», el arte de las vanitas está relacionado con la futilidad de las búsquedas terrenales; su concepción se relacionan con un pasaje del Eclesiastés : « Vanitas vanitatum omnia vanitas » («Vanidad de vanidades, todo es vanidad»). El mensaje que pretende transmitir es la inutilidad de los placeres mundanos frente a la certeza de la muerte, animando a la adopción de un sombrío punto de vista sobre el mundo. Este género fue fundamental además para la aceptación de la pintura de bodegones, en nuestra tradición, o de naturalezas muertas en otras culturas.

Las Vanitas a menudo presentaban  objetos de fuerte connotación simbólica como libros, instrumentos musicales, globos terráqueos y otros símbolos de la conquista humana,  objetos que llevan un pesado simbolismo de la futilidad decualquier conquista humana, desde la sabiduría a la riqueza, de la belleza al poder, ante la inevitabilidad de la muerte; LO más habitual era una vela pagada, un libro y una calavera,pero evolucionaron mucho y existían además variedades distintas según las tradiciones pictóricas y religiosas. También flores marchitas, frutas podridas, conchas vacías y, lo más importante, insectos, particularmente las mariposas, un insecto cuya vida se define por una transformación gradual en una forma hermosa, pero cuyo destino es, sin embargo, el mismo que cualquier otro ser vivo y que se consideraba emblema del alma.

Kamei lleva este conflicto un poco más allá en su relectura posmoderna, con escenarios donde las flores crecen fuera de los cráneos mismos; las rosas que brotan de las cuencas de los ojos o los jardines que crecen en la caja torácica de un esqueleto sugieren que estos dos conceptos operan en conjunto, y que uno, la muerte, no puede existir sin la otra, la vida.

La colocación de Kamei de ojos y venas humanas dentro de frutas y flores inyecta pinturas de naturaleza muerta con signos de vida real, y los objetos inanimados obtienen una calidad extrañamente humana.

También practica otros temas barrocos cercanos a Archimboldo

Aunque es quizás menos prominente en su trabajo que otros temas, Kamei a menudo incorporó elementos de la mitología griega en sus pinturas, particularmente criaturas cuyas formas combinan elementos humanos y animales como los centauros, las sirenas y la Medusa de pelo de serpiente

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